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lunes, 24 de octubre de 2011

La reelección y después

Es la madrugada del lunes 24 y acabo de enviar esta nota a La Nación Online.

Todo el país sabía que iba a pasar lo que pasó. Y estuvo bueno, quizás eso indica que la Argentina está entrando, finalmente, en la previsibilidad. Igual que en las primarias de Agosto, el frente político de la Presidenta triunfó porque el electorado piensa que el rumbo general de su gobierno garantiza cierta estabilidad. Ese preciado oro que los argentinos han desconocido, por generaciones. Anoche no hubo ninguna sorpresa y sobró alegría entre los partidarios de casi todos los candidatos. Y el plato fuerte fue el discurso de la Presidenta, como debe ser. Y discurso que, para mí, invita a dos lecturas: la del plano personal y la del plano político.

Empiezo por la segunda, que es más trascendente: pienso que quizá esta noche la sociedad argentina, muy mayoritariamente, se pronunció de manera de darle a la Presidenta una legitimación definitiva y contundente. Tantos cuestionamientos al respecto, tantas especulaciones sobre supuestos dobles comandos y demás (en esencia, reparos machistas) ahora quedan todos desautorizados. Ningún jefe de estado argentino, desde Juan Perón, recibió un respaldo de legitimidad como éste.

Otra cosa importante es que esta elección demuestra que todo un aparato mediático, de radio y televisión y prensa escrita, hoy ya no puede torcer la voluntad popular. Lo hicieron durante muchísimo tiempo. Hoy se demostró que perdieron ese poder.

Mi tercera apreciación es que se acabó el mundo exterior ficcional que inventaron tantos dirigentes políticos y corearon periodistas. Se habló con exceso de un mundo que le daba la espalda a la Argentina, y eso acabó anoche: quedarán más aislados los corresponsales que postulan, como ayer mismo en El País, de Madrid, que salir de la crisis exige más ajuste.

La cuarta es que la re-reelección como tema quedó felizmente desautorizado. La Presidenta dio a entender que no aspira más: "qué más puedo querer", dijo con sinceridad evidente y sin ironía alguna. Y además, ¿no es ridículo exigirle un pronunciamiento al respecto desde antes de ser reelecta, y seguir insistiendo la misma noche en que ella triunfa con más de la mitad de los votos de todo el país? Personalmente estoy en contra de toda re-reelección y sólo quiero que se cumplan los mandatos constitucionales. Y si pudiera, y por si acaso ella lee esta nota, le diría: "Señora, no les responda y ordene a sus funcionarios que no hablen del tema. Haga como hizo antes de elegir a Boudou como compañero de fórmula: ni una palabra. Manténgase así lo más que pueda, hasta el último momento. Entonces diga simplemente que no irá por la re-reelección".

En cuanto a la otra, primera lectura, digo que me agradó ese discurso lleno de idealismo, sensibilidad y sentido común. Pero sobre todo me gustó su idealismo cuando, segura de sí, convencida y buscando convencer, dejó sentado que en su segunda gestión no habrá más de lo mismo, sino más de lo mejor.

Me gustó también su referencia respetuosa a los candidatos de la oposición, y su imposición de respeto a los señores Binner, Macri, Alfonsín y los demás, haciendo callar a los desaforados de la tribuna. Ésa es la Presidenta que uno desea tener.

Luego, en la inevitable, lógica alusión a Néstor Kirchner dijo también algo que me pareció muy fuerte: "No hablo como su viuda, sino como su compañera. No hablo de él como marido, sino como militante política. Que nadie se equivoque". Eso me pareció admirable: era una mujer de excepción la que hablaba, dejando de lado a la oradora de barricada para mostrarse adolorida pero serena. Y digo excepcional, además, porque recordé todo lo que la han criticado no por presidenta, ni antes por primera dama o por senadora; recordé todo lo que la rebajaron como mujer. No sólo los machos de la política, y los machos argentinos en general, sino también tantas mujeres. Hay que tener el cuero excepcionalmente duro para bancar eso. Una gran presencia anímica, propia de una estructura fuerte pero a la vez sensible.

La evocación-confesión de que ante la derrota electoral de 2009 en la Provincia de Buenos Aires fue Néstor el que "fue al frente y puso todo y más", me pareció conmovedora. Y cuando dijo "no me la creo" yo le creí. Y por un segundo me quebré, como cualquier ciudadano que ve cómo están cambiando su país, con claroscuros pero para mejor.

Pensé, entonces, que no faltarán los que creen que finge o sobreactúa. Allá ellos, me dije. Y me fui a dormir. •


martes, 11 de octubre de 2011

Desburrándome sobre Tranströmer, el Nobel sueco



Comienzo con estas citas de amigos que me desburran acerca del nuevo Nobel de Literatura, el sueco Tomas Tranströmer:

"El Nobel de Literatura tiene en ocasiones la virtud de hacer descubrir autores que muy pocos conocían. Hay prestigios consolidados en reductos de conocimiento que apenas hallan eco en el barullo del mundo. Es el caso del poeta sueco Tomas Tranströmer. Muchos apenas sabíamos de él hasta que ayer su nombre se hizo mediáticamente universal. Para los conocedores de la literatura nórdica es la consagración de la ola literaria que nos llega del frío. Para los demás, la ocasión de descubrir una literatura sutil que ha hecho del elogio del silencio su principal atributo", dice el escritor español José Manuel Fajardo en su blog desde Lisboa.

Y continúa: "'Me encuentro con huellas de pezuña de corzo en la nieve./ Lenguaje, pero no palabras', escribe el poeta, que proclama su fascinación ante el poema que 'crece, ocupa mi lugar'. Silencio frente a palabras, como una nota blanca en medio de una canción. Un necesario paréntesis. Para apreciar mejor la melodía, para que las palabras recobren algún día su sentido."

Otro amigo común, el narrador colombiano Santiago Gamboa, comenta en ese blog: "¿Me crees si te digo que soy amigo del traductor al chino de Tranströmer? Es una persona muy silenciosa, por cierto. Se llama Li Li. Suena muy bien Tranströmer en chino. Por eso lo conocía, y cuando Li vivía en Roma, hace unos diez años, cada mes de octubre arrugaba la frente a la espera del Nobel a Tranströmer."

Y desde Rosario me escribe la enorme Angélica Gorodischer: "¿Y qué sabés del señor Tranströmer? Yo, nada de nada. Pero fui a Internet y me enteré de lo que dice Ana Luisa Valdés y ya la cosa cambió. ¿Vos sabés algo de esta mina? Es una uruguaya que fue tupamara y estuvo presa y le pasó de todo lo que les pasa a las minas cuando los milicos las ponen presas. Pudo irse, no sé si se escapó o si la dejaron libre o qué, pero se fue y pidió asilo en Suecia y se lo dieron y vive allá hace como cuarenta años. Es escritora. Feminista. Yo la conocí y estuve con ella en varias reuniones, congresos, jornadas. Bueno, atendé lo que dice ella de don Tranströmer: que es un tipo a quien toda Suecia ama porque es generoso, buen tipo, solidario, protector de pobres, humildes y marginales, siempre atento a lo que la gente necesita."

Entonces busco y tomo esto de Internet, publicado esta semana en la revista uruguaya "Brecha" y con la firma de Ana Luisa Valdés: "Es también un poeta que celebra la naturaleza. Uno de sus pasatiempos es buscar y estudiar insectos. Como su compatriota, el gran clasificador de la naturaleza Carl von Linneus, tiene una inmensa curiosidad por lo que se mueve en los bosques, y para eso recorre la isla de Rummarö, donde tiene su casa de verano. Ha descubierto varias especies de escarabajos que fueron bautizadas con su nombre, y su colección de insectos, que empezó a juntar cuando era muy joven, ha sido exhibida en museos para inspirar a los jóvenes a coleccionar.

"Así escribe él de su relación con los insectos: 'Me moví en el gran misterio. Aprendí que la tierra vivía y temblaba, que había un mundo ilimitado que volaba y reptaba viviendo su vida rica y propia sin tener la mínima consideración hacia nosotros'. La poesía de Tomas Tranströmer es así, repta, vuela, se alza, se sumerge y uno se deja envolver en la calidez de la palabra hecha luz.

"Tomas Tranströmer es un hombre comprometido con el mundo, trabaja y apoya a colegas perseguidos, pelea por los derechos de los palestinos, de los escritores en prisión, de los periodistas asesinados en México o en Colombia. Tranströmer es un milagro de resistencia y de humildad, de compromiso con la luz, y un hombre que está tan en su casa en los salones de la Academia, que lo honra ahora, como en los locales pobres donde las asociaciones de inmigrantes lo leen reconociendo su universalidad."

Hijo de una maestra de escuela y de un periodista, en 1956 se licenció en Historia de la Literatura, Psicología e Historia de las Religiones por la Universidad de Estocolmo. Entre 1960 y 1966 trabajó como psicólogo en la prisión juvenil de Roxtuna, en el sur de Suecia. En 1990 sufrió un ACV que le paralizó la mitad derecha del cuerpo y le produjo una afasia que le impide hablar, pero no escribir ni tocar el piano con la mano izquierda, lo que parece que hace maravillosamente.

Compartamos el poema "Allegro", en traducción de Alberto Mascaró, otro uruguayo, quien lo hizo conocer en Castellano y vive en Suecia y es su amigo:

Toco a Haydn después de un día negro

y siento la calidez en las manos.

Las teclas esperan. Un martillo liviano las golpea.

El tono es verde, vital y calmo.

El tono dice que la alegría existe

y que alguien no le paga al César lo que es de César.

Meto las manos en los bolsillos haydianos

e imito a alguien que mira al mundo con tranquilidad.

Levanto la bandera haydiana

"no nos rendimos pero queremos paz".

La música es un invernadero en la colina.

Las piedras vuelan las piedras ruedan.

Y las piedras ruedan y pasan por el medio

pero las ventanas están intactas.

lunes, 10 de octubre de 2011

Homenaje a Alfredo Veiravé


Homenaje a Alfredo Veiravé (Gualeguay 1928 - Resistencia 1991)

UNNE-Humanidades, 6 de Octubre de 2011.

Celebramos hoy a Alfredo Veiravé. Y es justo que así sea. Siempre es bueno hacer ejercicios de memoria, en recuerdo de los grandes. Y ahora estamos a casi 20 años, que se cumplirán el próximo 22 de noviembre, desde que el maestro y amigo nos dejó. Parece mentira, 20 años, la vida de algunos de los que estudian hoy aquí...

Y es a ellos y a ellas a quienes quiero dirigir estas palabras. A los y las más jóvenes, que eligieron hacer de sus vidas un culto de la Literatura. Intentaré contarles quién fue Alfredo, este maestro que hubiera podido ser su profe de Literatura Hispanoamericana. Yo enseñé por años con su libro en la mano, en México, en la Universidad Iberoamericana, y mis alumnos se cansaron de fotocopiar aquella edición de Kapelusz que aún conservo, deshilachada hasta el agobio, y que hoy, penosamente, quisiera no pensar que aquí casi nadie lee... Y si es así se lo pierden, como seguramente se pierden tantos libros y autores los estudiantes de esta universidad, y de tantas otras, porque llegan a la Literatura Argentina siguiendo un canon municipal, recortador y cortito, más bien mezquino y ninguneador. Y en el que no está Alfredo Veiravé como no están Daniel Moyano, Juan Filloy o Amalia Jamilis.

Pero no voy a hablar de merecimientos, y sí, en cambio, de un hombre que no sólo fue en varios sentidos mi maestro, y un amigo mayor, sino que como poeta señaló el camino a muchos. Caminos de lapachos y filodendros, como él tanto quería, senderos de siestas sacramentales y fantasiosos pecados con muchachas que se abrirían en flor a la manera de las orquídeas silvestres. El poeta Veiravé, estoy diciendo, a quien siempre le agradecí íntimamente el haber sido de los pocos amigos que no tuvo miedo de escribir ni recibir cartas desde México, cuando el exilio era una leve condena para nosotros los de allá, y una ardorosa espera para los de aquí.

Cuando regresé en el 83, por cierto, me dio una cálida bienvenida y empezamos una activa amistad plural. Y plural, digo, porque se enmarcaba en otras amistades compartidas: Juanito Rulfo, Edmundo Valadés, Carlos Fuentes, Gustavo Sáinz... Alfredo siempre fue el colega y corresponsal epistolar con el que todos intercambiábamos saludos, comentarios, ideas...

Alfredo tuvo hacia mí la inmensa generosidad de presentar mi primer libro en el Chaco. Una novelita titulada "Luna caliente", premiada y leída en México. Fue en una pequeña librería, hoy extinguida, de la calle Donovan. Y él dijo no recuerdo qué, pero fue hermoso lo que dijo. Por cálido y por sabio, como decía casi todas las cosas. ¡Qué no daría hoy por recuperar ese texto, que he perdido!

Era también, desde luego, un académico respetado y querido. Yo creo que por una muy sencilla razón, la que más ennoblece a los profes de Literatura y a todo gran poeta. Era un enorme lector. Sabía de clásicos y contemporáneos, su mente siempre estaba abierta a novedades y descubrimientos, y para él la Literatura era antes una sopa de arte puro que la búsqueda narcisista de editores o subsidios.

A mí me regaló, además, la única visita a una clase que hice jamás en esta Universidad. Cómo no estarle para siempre agradecido, si ésa fue la primera y la única vez que pisé un aula de Humanidades de esta casa... Ironías de la vida a las que uno se adecua con los años: he pisado tantas en todo el mundo pero la única de mi pueblo, la única de mi casa, por decirlo así, se la debo a Alfredo.

Ahora que escribía estos apuntes, pensaba en una ironía más: a finales de los 80 preparé una antología poética de la obra de Alfredo Veiravé para la más grande universidad de América: la Nacional Autónoma de México. Fue para la serie más popular de aquella casa, y esa edición se agotó varias veces y se lee y estudia aún hoy en México. Por eso celebro tanto, íntimamente, que el azar, como un exquisito radar en la tormenta, nos tiene, a mi maestro y a mí, unidos en aquel país que amo como lo amaba Alfredo, porque él amaba a Alfonso Reyes y a Octavio Paz, a Juan Rulfo y a Homero Aridjis y Marco Antonio Campos y tantos poetas más... Por eso agradezco a Alejandra Liñán esta invitación, porque en parte mitiga el fastidio de ese como doble exilio a que nos obligan ciertas mezquindades de esta comarca.

Alfredo fue también hincha de Chaco For Ever, y no es un dato menor. Eso fue hace muchos años ya, cuando For Ever era una escuela futbolística y esta aldea respetaba más a los humildes y a los locos clarividentes que a los ignorantes con doctorado en letras.

Más de una vez fuimos, o nos encontramos, en las cascajientas tribunas del viejo estadio de hierros y maderas, sobre la chaqueña avenida 9 de Julio. Y tengo la memoria de un partido que perdimos injustamente, en algún torneo nacional, tras lo cual él salió apesadumbrado y me dijo: "Mejor volvamos a la Literatura, Mempo, que ahí nos va mejor".

Lo cual, siendo verdad, no era una verdad completa. Claro que Alfredo, que en cierto modo y poéticamente era un alma blanca, yo digo que no lo sabía. En la gran literatura siempre nos va mejor, desde luego, pero como solemos vivir en la pequeña en ella primero hay que saber sufrir, como estableció para siempre Homero Espósito, en "Naranjo en flor"... Y si Alfredo no sufría, o lo disimulaba muy bien, se debía a que era un maestro también para sobrellevar ciertos ninguneos, y por eso, como todo gran poeta, apostaba a la sencilla posteridad del recuerdo de sus versos en boca de las muchachas del país y en día domingo, como dice uno de sus más bellos poemas.

Querría decir también y sobre todo para ustedes, estudiantes, que Alfredo Veiravé es uno de los grandes poetas argentinos del Siglo XX. Me pregunté todo el día, y desde ayer, cómo transmitirles esto a ustedes, cómo garantizarles que están pisando las aulas y los pasillos que fueron senderos de un enorme poeta nacional... Aunque en el diario La Nación de hoy mismo ni se lo nombra como hito de la literatura argentina. Aunque ninguna calle lo recuerde (no sé en Gualeguay), Alfredo fue un poeta como dio pocos nuestra tierra... Quizás Lugones, sin dudas Borges y ahora Juan Gelman o Diana Bellesi. De esa misma estirpe tuvimos, aquí en el Chaco y como de pasada, al poeta que escribió los versos memorables de "La larga noche de los ancianos", por ejemplo.

En México se venera a los poetas, en Chile también. Incluso en Nicaragua, Centroamérica, y ni se diga en el vasto y plural Caribe... Yo he visto en esas geografías algunos santuarios de poetas, casas de narradores, monumentos a creadores de rimas infantiles, como hacen en Bogotá con Rafael Pombo. Conocí, azorado, la Capilla Alfonsina (que así se llama la magnífica biblioteca de Alfonso Reyes). Y todos los años, cuando viajo a dar mis cursos en la Universidad de Virginia, Estados Unidos, visito en silencio el dormitorio que fue de Edgar Allan Poe. Está sobre la calle principal de la universidad, justo enfrente de la Biblioteca Alderman, donde se atesoran una colección de manuscritos de William Faulkner y los documentos fundacionales de Thomas Jefferson.

En todos esos lugares se hace un culto de sus literatos, y los visitantes desfilan religiosamente ante poemas como "El cuervo" o cuentos memorables como "Una rosa para Emily"... Dejo unos puntos suspensivos y me pregunto qué hito tiene nuestra ciudad del mayor poeta nacional que pisó sus calles durante varias décadas. El antecesor y padre, en cierto modo, del respeto que hoy todos sentimos por el querido Aledo Luis Meloni. Alfredo también abrió ese camino, estoy diciendo. Porque como Alfonso Reyes o su amigo Gabriel García Márquez, Veiravé fue un hombre universal, enciclopédico, casi renacentista.

No digo en Gualeguay, digo en esta Resistencia plagada de lapachos, chicharras, enanos y aspirantes a glorias regionales, ¿cuánta gente lee hoy a Veiravé? ¿Quién estudia su poesía, aquí, en esta Universidad Nacional del Nordeste en la que él pasó casi todas las horas de su vida académica? ¿No es hora de que la custodia y el homenaje cotidiano a la obra de Alfredo deje de ser sólo el bello esfuerzo empecinado de una viuda abnegada, la entrañable Pía?

Digo, no lo sé. O lo digo como dijo Juanele Ortiz, ese otro maestro entrerriano al que Alfredo rendía culto: "Deja las letras y deja la ciudad"... Así ironizó Alfredo su lugar de poeta local en "Las carabelas de Colón".

Alfredo fue premiado muchas veces y en muchas ciudades y países. Los eximo de tediosas enumeraciones, y básteme decir que doquiera que voy, y pronuncio su nombre, alguien se yergue y lo recuerda, admirativo. Eso significa que su poesía sigue viva; que pasan los años, dos décadas ya desde que partió, y la sonoridad no se atenúa. Como un hernandeziano rayo que no cesa, la poesía de Alfredo Veiravé es alba, río y presencia; es radar, ángel y redes y un jardín de la memoria. Es un punto luminoso de la máquina del mundo, historia natural de un imperio milenario; y es un laboratorio central de la poesía.

No se es grande por ser local, regional o de tal o cual comarca. Se es grande cuando se escribe una gran obra. Que hace una ética de la estética; que establece coordenadas de futuro y hace docencia en el aire, en las voces que declaman sus versos con la suave naturalidad de un sol en primavera.

No me resisto a terminar estas palabras sino es compartiendo, como final, el "Poema Final" de Alfredo, que es de una belleza serena, resonante y límpida. Escúchenlo, léanlo de pie...

domingo, 2 de octubre de 2011

Otro Octubre, hace 6 años y cervanteando

Quienes deseen leer el texto completo de esta memoria personal, lo encontrarán en "EL LABERINTO y EL HILO" (completo)


Ante todo, disculpas, disculpas... Hace como un mes que no actualizo este blog y espero no haber perdido el favor de mis lectores. La razón de la demora: estoy sumergido en un libro, un ensayo que me propusieron, que dudé en aceptar y que ahora me tiene completamente apasionado y nervioso. Y me absorbe el tiempo como una aspiradora de minutos.

Me pasé todo el mes de Septiembre en esta tarea, y abandoné este Cosario y ahora siento culpa. Porque me parece una descortesía para los que eligieron ser seguidores y porque me gusta este diálogo implícito que permite la web.

Punto y recupero estos apuntes, revisando papeles al azar.

Viaje de Madrid a Salamanca en tren el 5 de octubre de 2005. Mirando el paisaje castellano recuerdo que muchas veces intenté escribir notas sobre "Don Quijote de la Mancha". No soy experto en la obra de Cervantes, pero lo leo cada tanto y, casi es una cábala, en mis viajes suelo llevar alguno de los tomos de las varias ediciones que poseo. Particularmente hay una, cubana, en cuatro volumenes, que está muy bien como Quijote portátil si uno lo lleva libro por libro. Pero desde el Congreso de la Lengua en Rosario, viajo con la edición de Alfaguara que es una maravilla aunque es muy pesada e incómoda porque no cabe en valija alguna. (Ahora en 2011 lo que llevo es la preciosa versión que se baja gratuitamente para el iPhone).

Hace poco, para la apertura del 10º Foro (me refiero al de 2005) dediqué el discurso como siempre a las políticas de lectura, o la falta de ellas, y hablé de la ilusión que todos tenemos de haber leído Don Quijote. Al menos en la Argentina es muy notable la ignorancia cervantiana, aunque muchos tienen la ilusión de haber leído, o de conocer, las andanzas del hidalgo. Y sin embargo es sólo eso: ilusión. Derivada de tener una vaga idea argumental del libro y de acaso haber leido algún fragmento en la Secundaria.

Ahora viajo a Salamanca precisamente para participar del congreso "Utopías Americanas", que organiza la universidad de esta ciudad inigualable, y que en ocasión del cuarto centenario de esta magna obra precisamente intenta algo así como hacer un repaso de lecturas del Quijote, por parte de autores americanos y españoles. Me toca el cierre, el viernes 7, compartiendo el estrado con un joven escritor español, dicen que muy de moda y muy facha, que se llama Juan Manuel Prada. Veremos qué tal, pienso y me río pensando que quizás al tipo le han dicho que compartirá el estrado con un veterano escritor argentino, no tan de moda y más bien de izquierdas. Pelotudeces de los mundillos literarios (y/o académicos).

Finalmente, cuando llega el dia cada uno a lo suyo, educados y cordiales, y si te he visto etc, etc, etc.

En otro apunte del mismo viaje leo que anoche —supongo que de la misma semana— estuve pensando en lo que le conté a Natalia por la tarde, saliendo del Parque del Retiro. Anduvimos caminando por Madrid desde el mediodía, con la intención de terminar la tarde en el Museo Reina Sofía (después descubrimos, al llegar, que por ser martes estaba cerrado), y entonces se me ocurrió hacer lo que nunca hago: contarle el argumento de un texto, quizás una novela que jamás escribiré, ese tipo de cosas que siempre se me ocurren y que, caramba, si la literatura se hiciera con el recuento de las ocurrencias yo tendría ya una vasta obra completa.

La idea está asociada al Quijote y al hecho de que Cervantes escribió una novela en la que hay un loco por la lectura de libros de caballería, a los que ama y cita y emula. Pero el Quijote no es un libro de caballería sino que es una parodia de los libros de caballería. Y tan sutilmente feroz que en menos de un siglo desaparecieron los libros de caballería, que eran una literatura menor, pasatista, popular pero sin más contenido que la acción y el heroísmo forzado de héroes poco verosímiles. Entonces, se me ocurre escribir una novela con un loco de la lectura pero de nuestro tiempo, uno que ama y cita y emula los libros de autoayuda, autoconocimiento y automasturbación (¡y vaya que cabe esta redundancia!). Este loco, de tanto leerlos y amarlos, los destruye paródicamente, y entonces la novela, que se burla de todos los libros de Coelho, Osho, Bucay, Mandino, Narosky y un montón más incluyendo los de Juan Salvador Gaviota, alguno de Hesse, los de Jalil Gibrán y otros por el estilo que estuvieron de moda en las últimas décadas del Siglo Veinte, acaba siendo la novela de defunción de este género.

Me gusta la idea, pero, ¿cómo escribir esa novela? Pienso si el narrador debería ser un editor, un traductor, un escritor o un librero, en fin, ¿tiene que ser gente de letras? ¿O mejor un simple lector, un excéntrico Quijote que ama esos textos y quiere simplemente emularlos y para ello sale al mundo a predicar sus disparatadas, propias ideas, que no son sino reciclajes de las mismas de todos los libros de automasturbación?

Naufrago como cuando pienso en libros que sé que nunca escribiré. Sin demasiada angustia, eso sí.

Otro apunte me pregunta: ¿De dónde habrás sacado ciertos dichos, tú? La respuesta es que muchos derivan de Don Quijote. Es notable cómo casi toda la gente repite dichos, proverbios y sentencias cervantinos sin tener ni la menor sospecha de a quién se los deben. Se me ocurre dar ejemplos, pero no los encuentro. Está claro que yo no leo para memorizar, y ahora lo lamento. Jamás conseguí recordar un poema, ni siquiera una serie de diez versos.

Mientras ande con este libro a cuestas, no escribo ni para los diarios en los que escribo. Seguirá revisando apuntes, ocasionalmente.

Gracias por la paciencia.